Desde que conocí a mi esposo platicamos sobre nuestros proyectos e ideas de vida, siempre tuvimos claro que queríamos ser papás, en nuestra noche de bodas lo primero que hicimos después de la fiesta fue orar juntos y pedir a Dios por nuestros hijos, y aunque aún no llegaba el momento de concebirlos, ya existían en nuestro corazón, incluso mencionamos sus nombres en esa oración.
Un año después supimos que Mateo venía en camino, fue un bebé planeado, muy deseado, amado y sumamente anhelado. Desde entonces toda nuestra paternidad ha girado alrededor de darle lo mejor. No sólo en lo material, sino lo que es realmente importante: nuestro tiempo, nuestra atención y nuestra entereza como padres.
A casi dos años de haber tenido a Mateo, la presión social se comenzó a sentir cada vez más fuerte, con preguntas y comentarios incómodos como: «¿Y el hermanito para cuándo? Ya está creciendo, Apúrate, ¿Para cuándo el segundo? Mejor tenerlos seguiditos«
A partir de que Mateo cumplió dos años, la presión sobre el tema había sido tanta que llegué a estresarme y a preocuparme de más, presionaba a mi esposo para replantearnos todos los tiempos y sueños que habíamos planeado juntos por más de 4 años y quería apresurarlo a tomar una decisión prematura y sin fundamentos sanos, incluso dejando el consejo de Dios de lado.
Decidí silenciar aquello que robaba mi paz y me replanteé la única pregunta importante: ¿Qué es lo que nosotros queremos? ¿Cuándo lo queremos?
En todo este tiempo de pandemia he podido detenerme a mirar lo difícil que es criar a un ser humano en el mundo actual, tan peligroso e incierto, y en el que cada vez los valores y la moral se pierden tan fácil, así que cada día que pasa tengo más claro que si quiero tener otro bebé debo estar segura y convencida al 100%.
Les confieso que me costó, pero fue más que liberador poder identificar y reafirmar que es lo qué queremos y cuándo.
No me cerraba a la posibilidad, porque sabía que quizá en 5 años podría cambiar de opinión, pero en esos momentos simplemente no lo veía necesario.
Incluso entre más pasaba el tiempo, más completos nos sentíamos, más lo confirmábamos y más disfrutábamos este “Ride of three” que cada día tomaba un ritmo más rápido, interesante y divertido.
Fue hasta estas últimas semanas que algo dentro de nosotros comenzó a cambiar, así que decidimos volver a orar específicamente por esta decisión, en cuestión de días Dios confirmo que es lo qué quería para nosotros, pero entendimos que será en su tiempo.
Sabes que viene de Dios cuando de un día a otro te genera una paz inexplicable y todos los «contras» se convierten en hermosos «pros», sabes que es la decisión correcta cuando sí, tu vida se vuelca por completo, pero sin robar esa paz.
Hasta ahora con Mateo me he sentido realmente COMPLETA, FELIZ Y EN PAZ, mi esposo y Mateo lo están, y ya sea que en un par de meses o un par de años nuestra vida se convierta en un increíble “Ride of four”, estoy confiada en que nos sentiremos igual de completos y que lo que venga será igual de planeado, deseado y amado.
Actualmente me encanta dedicarme a mi hijo, y que mi tiempo sea sólo para él cuando jugamos, cuando lo cuido, cuando lo miro, cuando le enseño, aun cuando lo corrijo. Me encanta ser la consentida en medio de dos hombres que me llenan de besos y mimitos todo el tiempo. Disfruto mucho darle íntegramente mi mejor versión de mamá y disfruto cada segundo a su lado, por ahora sólo me preocupo en aprender cada día más de él, por si en algún momento llego a ser mamá de dos, tres o más, pueda darles cada vez una mejor versión de mi por igual.
He entendido que la maternidad y la crianza son un compromiso muy serio y para toda la vida, no es tener hijos por tenerlos, por presión, por hacer feliz a otros, por quedar bien o por pre-ocuparnos de un futuro que realmente es incierto.
Y creo que así es con todo, admiro mucho a todas las mamás, para mí todas son igual de valientes y capaces, y creo que toda decisión es súper válida, si decides tener sólo uno, si decides tener 7, o si simplemente decides no tenerlos. Al final lo que importa es tener claro que realmente eso es lo quieres y lo que te hace feliz.
Por otro lado, si eres de los que pregunta “¿Para cuándo el hermanito?” Espero que este post te ayude a comprender que la maternidad y la crianza son una decisión muy personal, incluso puede haber temas médicos y de salud física o mental de por medio que son muy sensibles y que pudieran estar doliendo más de lo que te imaginas.
Yo soy mamá de uno, pero si algún día me convierto en mamá de dos, tres o más, me aseguraré de que mis hijos tengan una mamá feliz, presente, dispuesta, sana y entregada.