Hola, soy Nay V. Tengo 29 años y soy de Tijuana. Tengo 6 años de casada y 2 hijos, mi familia son mi pasión, por ellos trato de encontrar el balance y disfrutar cada momento. Me apasiona escribir así que hoy aquí me tienen con este tema que yo misma experimente y quiero compartirlo con otras mamas para apoyarnos.
Tengo tan presente el día que me enteré que estaba embaraza por segunda vez, 10:00 de la noche y un resultado positivo, después de 5 meses de esperar esa noticia finalmente llego y no podíamos estar más felices, no me la creía y no me cabía en el cuerpo tanta dicha. No les miento fueron meses de nervios y de inmensa ilusión, me imaginaba ese instante y solo pensaba como le daría la noticia a mi esposo, familia y amistades. Tenía tantas ideas, planes, en fin, muchas expectativas puestas en esta nueva experiencia que viviríamos, de pronto y para mi sorpresa me sentía diferente, esta vez era distinta a la primera. Aun cuando me invadía una profunda alegría, era inevitable sentir ese dulce amargo, esa sensación que honestamente nunca me imaginé sentirla recibiendo tan maravillosa noticia.
“Culpa” eso era lo que sentía, y odiaba tener que lidiar con ella, pero no estaba en mi recibirla simplemente me llego sin invitación y me tambaleo en el momento. Veía a mi hijo y me invadía entera, pensaba que yo le estaba quitando su lugar, que al desear agrandar nuestra familia yo misma lo desplazaba de lo que para el por 3 años había sido su mundo perfecto. Se que alguna mamá me entiende o se identifica conmigo, por años mi hijo había sido el centro de nuestro universo, el primer hijo, el primer nieto, ¿Ustedes se lo pueden imaginar? para mí eso era suficiente para sentirme culpable.
Con el paso de los meses empecé a entender que era parte de la etapa que estaba viviendo, digamos que lo interprete y acepte como un proceso normal o natural que muchas madres vivimos, realmente una mamá vive su maternidad con culpas, desde lo más sencillo hasta lo más complejo, pero vamos por este camino cargando con un costal de sentimientos que nos nacen desde ese amor tan inmenso, tan fuerte que solo una madre puede sentir, desde el deseo de estar haciendo lo correcto por el bien de nuestros hijo. Entonces alguna se podrá preguntar ¿Cómo lo superaste? Y es aquí donde les comparto un consejo, aclarando primero que viene sin fundamento científico, pero si desde el corazón de una madre que desea servirle a otra mamá. En el momento que entendí que era parte de mi proceso, y justo cuando abrace el momento, decidí aceptar que simplemente eso era “un momento” que pasaría, me sirvió mucho hablarlo con otras mamás, y me impresiono ver que era algo tan común, que sentirlo no me hacia una mala madre, o no significaba que no estaba gozando la noticia de mi embarazo, fue así que poco a poco todo fue tomando su lugar y su forma.
Mi hija nació y no les voy a mentir, no fue fácil verlo comprendiendo que su hermanita ya estaba en casa, que era parte de nosotros. Mi hijo desde el primer instante la amo, la acepto con un amor que me enternecía, me llenaba de alegría. Yo trataba de darle toda mi atención al igual que mi familia, pero sabemos que las emociones de una mujer que acaba de tener a su bebe son tan vulnerables y a veces nos juegan chueco, las hormonas me tenían un poco más sentimental de lo normal lo cual no me ayudaba mucho jaja. Pero al pasar unos cuantos días, adaptándonos como familia de 4, dándonos amor, dosis extras de besos y abrazos todo se volvió increíble. Yo sé que lo mejor que puedo regalarles a mis hijos, son ellos mismos, puesto que serán hermanos, compañeros de vida, de aventuras, cómplices y un sinfín de cosas más.
Si estas pasando por esta misma situación, espero te sientas comprendida por otra mamá que ya lo vivió, lo escribo y comparto con todo el cariño esperando te pueda ser de utilidad.