¡Hola! soy Tere, tengo 32 años y vivo en Monterrey con mi esposo y mi chiquitín de casi 2 años, César. Soy mamá de tiempo completo, fotógrafa, diseñadora y consultora en sistemas de productividad.
Nunca se me va olvidar el sentimiento de cuando me enteré que estaba embarazada, era un mar de lágrimas de felicidad, nervio, amor, miedo y mil cosas más. No llevaba ni una semana de haberme enterado y ya tenía mi pinterest board explotando de ideas: las fotos de la panza, el álbum con notitas por cada mes, recetas saludables y tips de cómo organizarme super bien para hacer todo esto mientras emprendía mi negocio.
Sorpresa la que me llevé cuando me dió el primer bajón de energía y la primera náusea, sabía por mis amigas y todas las películas del “morning sickness” pero ¡¿que fregados era esto?! Cero “morning” era “all freaking day” y cero estilo romantic comedy, era ¡el exorcista!
Empezó super temprano y super agresivo todo, había días en los que vomitaba cada hora y no me podía tragar ni mi propia saliva. Pasaron semanas en las que sólo me despertaba y me arrastraba al sillón para sentir que había hecho algo. La rutina de mi esposo consistía en dejarme vasos de agua, coca light y hielos y variedad de galletas saladas y tostadas antes de irse al trabajo, luego regresaba a la hora de la comida a subirme un plato que parecía para un niño de 2 años con la esperanza que esta vez no lo devolviera pero con bolsa en mano porque sabía que probablemente iba a pasar y todas las noches aguantaba mis lágrimas de cansancio y desesperación de que no podía valerme por mi misma.
Cero me imaginaba mi embarazo así, no podía ir a trabajar ni trabajar desde mi casa porque todo me mareaba, fueron semanas sin manejar, sin bajar escaleras y sin poderme bañar parada, etc. Para no hacerles el cuento largo, fue hasta que acabé en el hospital que me enteré que existía un versión intensa que se llamaba hiperémesis gravídica y no era algo de los primeros tres meses como todo mundo me decía, vomité hasta el día en que nació mi hijo.
Bye mi álbum de pinterest, tenía que hacer un nuevo plan. Después de los primeros tres meses de miedo empecé a ver la luz, ya tenía tantita más energía, mis vómitos habían disminuido a 3-5 veces al día y empecé a organizarme alrededor de mis olas de energía. Acepté que no iba a lograr todo lo que me había propuesto y tenía que poner prioridades. Me propuse hacer UNA sola cosa al día, pero tenía que ser realmente importante, y me iba a sentir orgullosa cada vez que la lograra.
Empecé a ser mucho más productiva de lo que me imaginaba, el sentimiento de estar palomeando cosas tan importantes me motivó a seguir mejorando y en muy bueno días hasta palomeaba 3 prioridades. Una vez que nació mi hijo, y empecé a recuperar mi energía, me propuse seguir perfeccionando esta técnica y hoy, casi 2 años después, sigo usándola para poder ser emprendedora y mamá de tiempo completo.
Espero mi experiencia sirva de apoyo moral a las mamás que estén pasando por algo parecido, porque si algo me di cuenta, es que cuando encuentras a alguien en tu misma situación te sientes comprendida y a veces eso ayuda mucho más que cualquier palabra de aliento.
También les dejo algunos tips que me ayudaron mucho y/o me hubiera gustado saber.