Bebé arcoíris .- Llamados así, porque su llegada trae consigo una gran luz que da cese a la tormenta.
¡Hola! Soy Fer, tengo 25 años, estoy felizmente casada con mi mejor amigo, mamá de José María (⋒) y de babyM (✩).
Hay situaciones que vemos muy lejanas y juramos que jamás nos sucederán (ajá, como si estuviéramos excentas del destino) y si… sin quererlo, ni pensarlo y mucho menos esperarlo, suceden y llegan para sacudir y poner todo tu mundo patas pa arriba.
Si pensaste en la llegada de los hijos, estas en lo correcto, peeeero y si la cosa fuera al revés…
Les platico esto, porque hoy en día nadie se atreve a hablar de este tema, muchas parejas se sienten tan mal que prefieren ocultarlo y mantenerlo en secreto por el resto de sus vidas.
A mí no me parece que debería ser así, pues al volverse tabú y un tema tan complicado, todos huyen, pero aquí me tienen y aunque no es algo que hable a la ligera, contaré un poco de esta experiencia, para que se tenga más conciencia y apoyarnos las unas a las otras.
Me pasó hace poco más de 4 años, desperté una mañana sin imaginar que ese día dejaría de latir el diminuto corazón que habitaba mi vientre… Perdí a mi preciosa princesa a las casi 14 semanas de gestación y aunque los doctores corrían e intervenían, fue imposible evitar que sucediera. Y he de confesar, que pensé lo peor, la tristeza y el vacío era tanto que quería irme junto con mi bebé, pues me sentía sola e incomprendida; solo podía repetirme una y otra vez ¿Por qué a mi? ¿Por qué? ¿Qué hice mal? … y es que sólo conocemos las historias de éxito, de la familia, de los amigos, y/o personas cercanas, pero nadie se atreve a platicar qué tal vez antes de esos hijos que tienen hoy en día, perdieron uno, dos o hasta más bebés.
Duele platicarlo, si, las fechas aún son difíciles y hay ciertos factores desencadenantes que todavía me hacen sentir emocional a veces, es una sensación súper rara, el extrañar a alguien que no conozco, pensarlo es abrir la herida que hoy ya está “sanada” pero no es nada de lo que debamos avergonzarnos.
Pero no todo es tristeza, después de la tormenta llegó la calma… y si estás en esta situación, te prometo que llegará.
Dos años y medio después, la vida me premió con un hermoso varón, el regalo por el cual había orado tanto y aquella triste experiencia se convertía en pasado, pero en su viaje dejando demasiado aprendizaje.
Aprendí a disfrutar cada instante y celebrar cada latido de la vida que llevaba dentro, cada síntoma, cada patada, hasta de las náuseas estaba agradecida. Y es que cuando nos encontramos en la dulce espera, muchas veces rezongamos de las cosas a las que no estamos acostumbradas, de los malestares, de los días tan pesados … pero jamás imaginamos que quizá del otro lado del mundo, hay alguien que se muere por estar en nuestros zapatos, aún con toda esa fiesta de hormonas.
Por otro lado entendí y asimile que así tenían que pasar las cosas, que no fue culpa de nadie, que no hice nada mal, que su misión en este plano había terminado a sus escasas semanas y sobretodo, que ese era el plan que Dios tenía para mi, para nosotros como familia, solo él sabía el porque y encontré consuelo en eso; sonará algo loco pero tengo mucha fe de que algún día pueda conocer a nuestra preciosa bebé.
José Maria llegó a nuestras vidas como un rayo de esperanza, un sol… supongo que a todas nos pasa, no podía creerlo, no podía dejar de verlo y abrazarlo, vida de mi vida, era o mejor dicho, es el regalo perfecto y tenerlo en mis brazos después de tanta penumbra, es MEJOR que cualquier cosa que hubiera imaginado.
Reafirmó que sin lluvia no hay arcoíris, que si hay esperanza los sueños se cumplen, mi hijo llegó el día en el que su hermana se fue, y aunque es algo contradictorio, es un día que vamos a celebrar siempre, en gratitud por la fidelidad y la gracia de Dios, por la vida después de la pérdida.
A todas y cada una de ustedes, hayan pasado por esto o no, pero que sin conocernos caminamos juntas por esta senda llamada “maternidad”, hoy les digo, de mamá a mamá… ¡Disfruta!, disfruta esta maravillosa rueda de la fortuna, agradece cada subida y bajada, los días buenos y los no tan buenos, cada risa, cada llanto, cada berrinche, porque te aseguro que ese día no se repetirá más, bien dicen que el tiempo corre y no se detiene, valora cada segundo, regocíjate, porque compartir la dicha de dar vida con la tierra y el creador, es lo mejor que como mujer nos puede pasar; recuerda que esta grandiosa labor requiere felicidad y amor, no perfección.
Sé que habrá días que creemos que no podemos continuar, que todo se vuelve difícil y cansado, pero les prometo que después del túnel, siempre se hará presente ese rayito de luz… por ejemplo, hoy me toma fuertemente de la mano mi pequeño arcoíris, acompañándome en este hermoso viaje llamado vida.
Solo respira, confía y vuelve a comenzar.