Aprender a ser mamá

Familia de dos
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Yo también juzgué
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Hola, soy Mariana Villarreal, tengo 30 años y vivo en Monterrey. Soy psicóloga, asesora de sueño, esposa y mamá de Joserri de 3 años y Eugenia de 4 meses.

Recuerdo estar sentada en una silla de ruedas, en el elevador del hospital, yendo hacia quirófanos para tener a mi segunda bebé, cuando se abrieron las puertas del elevador en un piso al que no íbamos y preguntarle a la enfermera qué había ahí. A lo que ella me respondió que era la unidad de cuidados intensivos de adultos. Recuerdo tan vívidamente pensar “Que bendecidos somos, nunca hemos tenido que pisar un pie en una unidad de cuidados intensivos”. Y ahí es cuando la vida suelta una carcajada…

Con mi primer bebé hice muchas metidas de pata. Así que, con esta bebé, no me iba a pasar. Busqué pediatra pro apego, tenía al ginecólogo y anestesióloga preparados sobre cómo quería mi parto y recuperación, volví a tomar un curso de lactancia… ¡Yo estaba mas que lista! ¡Con este bebé iba a ser perfecto! Y ahí es cuando la vida se vuelve a carcajear…

Mi bebé nació con neumonía intrauterina. Mi parto humanizado con piel con piel se redujo a 30 segundos con mi hija para perderla de vista en una incubadora. Y ahí es donde por primera vez piso una unidad de cuidados intensivos, y no cualquiera, si no neonatales. Pude “conocer” a mi bebé casi 24 horas después del parto, por que después de una cesárea, yo no me podía mover. Pude cargar a mi bebé 8 días después de que nació y pude darle yo de comer 9 días después de que nació. No tengo que decirte que todos mis planes se habían ido para abajo. Gracias a Dios, a el gran equipo de doctores y enfermeras que tuvimos, y a la lactancia, es que mi Eugenia sale a casa 15 días después.

No los voy a aburrir con historias de los compañeros de cuna de Euge ni mucho menos con las altas y bajas que vivimos tanto en su salud, en lo personal, como familia ni como pareja. Lo que si les voy a platicar es el aprendizaje que tuve después de esta experiencia y que creo que es lo que vale la pena recordar.

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¡La lactancia es milagrosa!

Y no, no soy una mamá que da 4 años de pecho. A mi primer hijo solo le di 3 meses y con Eugenia, a sus 4 meses, van varias veces que quiero tirar la toalla. Pero, es impresionante lo que la leche materna hizo en Eugenia. Euge estaba mejorando muy muy poco, y a los 3 días nos dicen que se va para abajo. Y justo en ese momento, me viene el golpe de leche. Aclaro que estuve con el sacaleches estimulándome mucho – y con la guía de una asesora de lactancia- para poder darle la leche. Si no podía hacer nada por ella, esto era con lo que yo me sentía su mamá y que estaba haciendo algo por ella. Y fue impresionante el avance y el cambio que hubo a partir que ella empieza a alimentarse de mi leche. ¡Eugenia empezó a avanzar y mejorar a pasos agigantados!
Así que si, la lactancia es una friega. Si, si duele. Si, si es un gran compromiso. Y muchas veces no, no la disfrutas si no que la padeces. Pero lo que si es cierto es que es oro y lo mejor que podemos darles a nuestros hijos.

No te estoy juzgando, si no quieres dar, no lo des. Pero infórmate, asesórate, aprende. Será toda la diferencia.

Lo que mas necesitan nuestros hijos, es a sus papás

Si bien mi caso era de los más fáciles en la NICU, me tocó ver casos muy muy pesados. Y era impresionante la mejoría que tenían los bebés cuando sus papás – y especialmente su mamá- siempre estaban presentes. Y ni que decir del piel con piel. Incluso me toco ver a una mamá soltera que tenía que ir a trabajar y no podía estar con su bebé, así que la abuela iba todos los días a hacer la técnica canguro y el bebé mejoró muchísimo. La relación mamá-bebé es algo misterioso que no se puede explicar. Estamos conectados en un nivel impresionante. Así que no dejes llorar a tu bebé para que no se malacostumbra. Apapáchalo, abrázalo, atiéndele, háblale, respóndele. Tu bebé solo te necesita a ti.

Agradece

Cuando llegué de la maternidad con mi primer hijo y me di cuenta que tenía un ducto del lagrimal tapado, casi se me cae el mundo. Tenía que masajearle el lagrimal varias veces al día y al par de semanas se le quitó. Eso fue todo. Y bueno, yo sentí que era el fin del mundo. No saben lo que agradecí tener esos “problemas”. Así que no te quejes por que tu hijo es intolerante a la lactosa, tiene reflujo, llora mucho, no duerme, etc. Agradece que esos son tus problemas, que son pasajeros y que tu bebé esta bien y esta contigo.

Atesora la vida

Nunca sabes en que momento te va a cambiar la vida. Vive el día como si fuera tu último.

Recárgate en tu red de apoyo

No se que habría sido de mi sin mi marido, mis papás, mis suegros…  A los 3 días de que Eugenia había nacido, mi hijo mayor se enferma de infección en la garganta y por orden del pediatra, todo el que había estado en contacto con el no podía estar en contacto conmigo. Así que terminó mi esposo en casa de mis papás cuidándolo y mis suegros conmigo.
¡Déjate querer! No quieras hacerlo todo. ¿Te ofrecen ayuda? ¡Acéptala! Ser mamá es un gran cambio y toma su tiempo adaptarse.

Y así como yo aprendí de esta situación te aseguro que, cuando sientas que ya aprendiste y tienes todo bajo control – como lo hice yo – la vida se volverá a carcajear y te pondrá una nueva lección que aprender. Esa es la maternidad, un constante estado de aprendizaje donde el mejor maestro, es tu hijo.

ygtm

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