Emprender siempre fue uno de mis sueños, más no lo veía cercano antes de tener a mi niña. La maternidad me cambió mucho, así como cambió a mi familia.
Cuando nació Mía, vivíamos en Barcelona. Mi esposo es de Ibiza y sus papás viven ahí. Mis papás vivían en Monterrey y prácticamente no teníamos familia cerca. Afortunadamente, coincidió con el intercambio de mi hermana, y ella estaba ahí en el momento que nació.
Fue un parto muy caótico. A la semana 37 la doctora nos dijo que teníamos que inducir el parto por que la niña venía muy pequeña. Pasamos toda la semana de preparación afinando los últimos detalles y muertos de miedo de que nuestra niña tuviera que pasar por la incubadora. Exactamente una semana después de que nos dijeran que tenía que nacer YA, un día después de internarme en el hospital, en el día que sería mi baby shower, nació Mía. Tuvo que nacer por cesárea ya que su corazón no estaba aguantando las contracciones.
Los primeros días fueron muy duros, como nunca pensé que serían. Mi bebé no podía comer bien, por lo que se la pasaba llorando y no dormía mucho. Nos quedamos dormidas incontables veces en la sala, mientras le daba pecho en la madrugada. Muchas veces ni me podía bañar, por que todo el tiempo necesitaba de mi atención. Por fortuna, no estaba sola y tenía a mi esposo y a mi hermana. Sin su ayuda, no hubiera podido seguir adelante sin volverme loca.
Pasaron tres meses y todo mejoró, pero yo tenía que volver pronto al trabajo. Hablé con mis jefes y decidimos que lo mejor para todos era que yo siguiera trabajando, pero desde casa.
Así pasaron nueve meses más, hasta que decidimos hacer algo, que nunca antes de tener a nuestra hija, hubiéramos decidido. Nos decidimos a venir a vivir a Monterrey. Me hacía falta mi familia como nunca antes, quería que mi hija viera a sus abuelitos todos los días y donde estábamos no era opción. Eso nos ayudó a decidirnos a emprender.
Cuando te metes en el mundo de los niños te das cuenta de todas las necesidades constantes que tienen. Una de ellas, es vestir, y por ese lado me había costado mucho trabajo encontrar cosas neutrales o que no fueran tan pasteles para mi hija. Claro, había opciones MUY COOL pero estaban fuera de mi presupuesto.
Después de mucho análisis e investigación, la siguiente decisión que tomamos fue empezar una línea de ropa infantil unisex, con estampados propios y precios accesibles.
Empezar un negocio teniendo un bebé a tu cargo, no es de las tareas más fáciles. Pasé muchas noches en vela terminando estampados, afinando detalles, y preparando todo para que saliera lo mejor posible. A medida de que crecen los bebés, demandan más tiempo, así que llegó un punto en el que no podía trabajar tanto como yo quería, pero nunca quise renunciar a mi sueño de emprender algo en lo que creo y amo tanto. Empacamos nuestras cosas, dimos el salto y llegamos a Monterrey. Justo aterrizamos y empezamos a producir, la niña entró a la escuela y las cosas se acomodaron mejor.
Ahora que ella está en la escuela toda la mañana, puedo dividir mejor mi tiempo. Por las mañanas me organizo para hacer todas las vueltas que tenga que hacer para mi marca. Por las tardes, mientras duerme, dedico mi tiempo a terminar de hacer llamadas y diseños. Y cuando se despierta, juego con ella y le dedico todo el tiempo posible.
Hay días en los que necesito trabajar más mientras juega y muchas veces me deja. Otras veces, me pongo a trabajar en la mesa del comedor, mientras ella pinta, juega con bloques, ve la TV o juega un ratito en la Tablet. Nunca pensé que sería de esas mamás que dan la Tablet, pero creo que nos pasa a muchas. Es un recurso que te salva de apuros, y ahora que mi niña es más grande (2 años 8 meses), es más fácil negociar con ella.
Ella ha sido una inspiración muy grande en todo lo que hago, muchas de las cosas que incluyo en nuestros estampados salen de hacer cosas con ella, de pintar, de jugar juntas.
Tener un negocio propio significa que no vas a tener mucho tiempo, significa que el poco tiempo libre que tengas, lo tienes que dedicar a sacar tu trabajo adelante. También implica tener mucha organización y encontrar una rutina que les ayude a ti y a tu familia a mantenerse sanos. En mis mañanas libres, siempre intento incluir un tiempo con mis amigas, una vez por semana o cada dos semanas. Siempre es bueno poder platicar con otras mamás que están pasando por situaciones similares, y aunque puede que piensen diferente, siempre es bueno desahogarse con alguien que también pasa por algo parecido.
Para emprender, también es necesario rodearte de un equipo que te apoye, dependiendo del negocio que emprendas, necesitarás más o menos gente. En mi caso, yo me apoyo en mi familia y en mi socia. Mi esposo es el mejor compañero de vida y aventuras que me pudo tocar. Siempre me apoya en todo lo que hago y es mi fan número uno. Sin su ayuda en el negocio, todo me tomaría más tiempo y me causaría más estrés, lo cual no ayudaría a la dinámica familiar.
Rodéate de las mejores personas, gente que crea en ti y en tu proyecto. Gente que no te detenga, sino que te impulse a seguir, gente que crea que los sueños son posibles.
Emprender con hijos no es fácil, pero tampoco es imposible. Organízate bien, encuentra tu tribu, y échale todas las ganas del mundo. La constancia es lo que te ayudará a crecer. Cuando sientas que se te viene el mundo encima, toma un tiempo para respirar y analizar la situación. Muchas veces nos ahogamos en un vaso de agua, y nuestras inseguridades nos hacen dudar. Apóyate en los tuyos, en tus hijos y su luz, su fuerza. Verás que con eso, todo será más fácil.