Una de las etapas más divertidas es la niñez. No existen preocupaciones grandes, ni responsabilidades, y todo lo ves con admiración.
Al ser mamá, me he dado cuenta de las cosas tan pequeñas y tal vez que consideramos comunes las pasamos de largo y no les damos el valor que merecen, como lo hacíamos cuando éramos niños.
Muchas veces me he topado con papás que quieren que sus hijos sean perfectos en todo. Que sean los mejores en la escuela, en sus clases de baile o fútbol y que tengan todo en orden. Sé que hay diferentes opiniones respecto a la educación de los hijos, pero sólo hay una oportunidad para ser niño.
Veo a Mariana y me hace feliz ver como sonríe cuando se despierta todas las mañanas, se ríe con una canción, se impresiona cuando ve a un animalito, se emociona cuando prueba una nueva comida, llora si se pegó y a los 5 minutos ya se le olvidó. Todas estas cosas tan sencillas me hacen recordar lo simple y sencilla que puede ser la vida.
Obviamente no digo que todo es color de rosa y siempre vamos a vivir en un mundo feliz porque todos tenemos nuestros momentos de estrés, querer gritar de desesperación y llorar por muchas cosas jaja… pero creo que es bueno a veces darnos un tiempo y observar a nuestros hijos y darnos cuenta de las cosas tan sencillas que los hacen felices y reconocer esos pequeños detalles en nuestra vida.
Vivamos más días como nuestros hijos. Más días siendo niños, riéndonos con ellos y admirándonos por todo lo que están aprendiendo.